Por: Ruffus Baldur
En su libro Terrorismo y los Illuminati (2007), el reconocido historiador David Livingstone menciona por primera vez de manera abierta la existencia del "Linaje Luciferiano" de una compacta cofradía, logia o hermandad de Brujos poderosos y malvados a los que se les han atribuido un sinnúmero de mitos que apasionan o aterrorizan a más de uno que llega a conocer de ellos.
Desde luego, todo mito o leyenda tiene un trasfondo de veracidad que debe ser decodificado e interpretado para acceder a la verdad oculta. Y hago un paréntesis aquí para comentar a los gentiles estudiosos del Codex Arkanum® que es a partir del cifrado de hechos reales en mitos y leyendas que surgió el término Ciencias Ocultas, o Artes Ocultas, referente a todas las prácticas referidas a la Sabiduría Cósmica, también conocida como Sabiduría o Conocimiento Universal.
Así pues, el Linaje Luciferiano de ciertos habitantes de la dimensión terrenal en la que estamos inmersos es uno de los temas más controvertidos no sólo de los iniciados en la Magia (o Conocimiento Cósmico, propiamente dicho), sino de la sociedad humana en su conjunto, que habla, cuestiona y rumorea sobre la autenticidad de tal estirpe.
La connotación del término "luciferiano" como sinónimo de maldad pura dificultó por mucho tiempo rastrear orígenes auténticos e historia de los miembros de dicha casta espiritual antropomorfa. Lucifer, en un sentido estricto, significa Portador de la Luz y la Luz es sinónimo de sabiduría en términos generales, y de Conocimiento Cósmico en términos esotéricos. Originalmente, luciferiano es un concepto neutro, referente de manera exclusiva a un sabio; pero en algún momento, el término se empezó a usar para referirse a toda acción considerada como malvada y a quien la ejecutase.
Pero ¿quiénes eran o son los Portadores de la Luz y de dónde vienen? Los relatos de las culturas más antiguas los citan como dioses, ángeles o gigantes que existieron mucho tiempo antes de que la historia de la humanidad comenzara a contarse.
Eran sabios y se sabe que fueron los primeros habitantes de Conciencia Cósmica en el planeta Tierra. ¿Es verdad que llegaron de las estrellas? ¡Todo en el Universo... todo lo que hay en el Multiverso, pertenece a las estrellas, para decirlo en palabras humanas!
¿Realmente Eran Malvados?
A los humanos contemporáneos se les ha contado la historia de las eras geológicas como un proceso de formación y evolución de las especies en el cual, el desarrollo de la cultura humana es la cúspide porque, supuestamente, a la fecha no hay rastros más antiguos de Inteligencia que los hallados en cavernas prehistóricas.
Lo cierto, y está documentado por varios historiadores, es que los Portadores de la Luz se aposentaron en el planeta Tierra durante el eón arcaico, cuando únicamente había una gigantesca isla en la que florecía una vida exuberante, rodeada de ríos de fuego y agua, a la que llamaban Vaalbara.
En innumerables narraciones de diferentes culturas humanas se describe a los Portadores de Luz como seres con apariencia de lagartos gigantes, de piel clara, bípedos, alados y con ojos iridiscentes, que tenían la habilidad para moverse entre el planeta Tierra y los mundos de otras dimensiones y densidades del Universo, impulsados a voluntad solamente por sus alas. Hay quienes los identifican con los querubines de la Biblia y el Corán, mientras que algunos relatos del Codex Arkanum® mencionan que los Portadores de Luz se definían a sí mismos como espíritus eónicos encarnados1 y que se hacían llamar Gigantes [Γίγαντες]. Así que resulta significativo que la mitología griega consigna que los Gigantes fueron los hijos primordiales de la diosa Gaia (la madre Tierra), fertilizada por la sangre de Urano (el cielo) derramada cuando el hijo de Urano, Cronos (el tiempo) castró a su padre y con esta acción los seres terrestres se separaron del espacio cósmico eterno.
En efecto, se sabe que si bien los Portadores de Luz o Gigantes del Linaje Luciferiano eran seres espirituales provenientes de una dimensión distinta a la terrestre, por motivos que se explicarán en otro momento, ellos eligieron encarnarse en la Tierra, a pesar de que este planeta era y es un mundo perteneciente a las bajas esferas cósmicas, de alta densidad material y baja vibración energética, cuya mayor virtud es que cuenta con un ambiente propicio para el reciclaje de energía cósmica (almas incluidas).
De acuerdo con narraciones contenidas en el Codex Arkanum®, los Gigantes eran felices en la dimensión terrenal. Les bastaba imaginar o nombrar algo, para que existiera materialmente, y así crearon la gran diversidad de flora y fauna que ha habido en el planeta Tierra desde tiempos inmemoriales.
Fue entonces que los Portadores de Luz descubrieron cómo replicar la vida de las esferas superiores dentro de un Universo integrado al gran, enigmático y desconocido Multiverso (la suma infinita de Universos en la eternidad del Cosmos). Ellos mismos se encarnaban dentro de huevos, replicando el surgimiento del Universo de un huevo cósmico, y se dice que los Gigantes empezaron a concentrar en el planeta todo tipo de Energía Cósmica transmutada, principalmente, en materia densa y compacta, que se mezcla con gases, ondas radioeléctricas, electromagnéticas y muchas otras fuerzas visibles e invisibles.
De pronto, la dimensión terrenal se hizo un germen cósmico -o Gaia- muy poderoso, situado en el centro del planeta. Las crónicas antiguas indican que los Gigantes o Portadores de Luz enseñaron a todas las criaturas del planeta Tierra el idioma de los Grandes Sabios del Cosmos y la vida en esta dimensión era buena y placentera, hasta el infausto día en que apareció Ahzraeel, un demiurgo enano, que venía persiguiendo a los Portadores de Luz desde el penúltimo peldaño de la Escalera al Cielo, con la encomienda de devolverlos a sus respectivas dimensiones astrales.
Ahzraeel era emisario de un querubín de la entrada de La Pléroma, principio y fin de todo, llamado Samael Asmodeux, quien le ordenó destruir la Tierra, por considerarla una perversa ilusión material que embelesaba a los Portadores de Luz y los alejaba de la misión para la cual habían sido creados: Entregarse a Sophia e integrarse a La Pléroma para nutrir su inteligencia.
Así que Ahzraeel llegó a la dimensión terrenal lanzando contra los Gigantes enormes bólidos de fuego que cayeron uno tras otro sobre Vaalbara, con la fuerza de lo que hoy habrían sido once bombas nucleares, arrasando con todo lo que encontraban a su paso, de modo que la tierra se partió en dos.
Algunos Portadores de Luz y sus criaturas se refugiaron en las profundidades de la tierra abierta y otros se escondieron en cuevas del océano; pero la gran mayoría fue arrasada por cuatro tormentas sucesivas: La de los bólidos de fuego, un potente terremoto, el derrumbe de las montañas y una gran inundación. Como dato curioso, los relatos mayas hablan de Ahzraeel como "La Pulga del Diablo" o Chicxulub.
Se dice que entre los Gigantes sobrevivientes que no alcanzaron a refugiarse en las profundidades, o escapar hacia la dimensión astral, como lo hizo Orión, estaba Lilith Flora. Cuentan que al mirarla, Ahzraeel se quedó fascinado por su exótica belleza y al chasquido de sus dedos le construyó sobre las ruinas de Vaalbara, una ciudad mágica a la que en diversos relatos se llama indistintamente Ur, Uruk o Urkonti y que algunos, incluso, identifican con el Paraíso Terrenal.
Lilith Flora llevó a Ur a todos los sobrevivientes entre sus congéneres, del ataque de los bólidos de fuego y la devastación. Durante un largo tiempo, la vida en la Tierra fue relativamente serena, aunque reinaba el miedo a Ahzraeel; pero cuando éste descubrió que los Gigantes de Ur no querían regresar a La Pléroma porque la existencia material era seductora y placentera, y encontró que Lilith Flora amaba a un Gigante llamado Gayamaraetan, Ahzraeel enfureció y creó con sus artes mágicas un gólem de barro llamado Adenkidu al cual le dio la encomienda de vigilar a Lilith Flora y todos los Gigantes de Ur, y hacer que regresaran a La Pléroma.
Entonces, Lilith Flora también hizo gala de sus artes mágicas y creó una réplica de ella misma hecha de barro para que Adenkidu la entregara a Ahzraeel. Cuando Ahzraeel descubrió el engaño de Lilith Flora, la convirtió en gato y la encerró en una caja funeraria. Empero, Gayamaraetan rescató a Lilith Flora, le devolvió su forma original y huyeron hacia Mu, al este de Ur.
Al temer Ahzraeel que los otros Gigantes de Ur se rebelaran como Lilith Flora, hizo uso, una vez más, de sus artes mágicas y convirtió a los Gigantes en monos lampiños a los que despojó de sus recuerdos astrales, de su poder espiritual y de su inmortalidad. Luego dotó de vida auténtica a la réplica de barro de Lilith Flora, la llamó Eva y la entregó a Adenkidu para que poblaran el planeta con el objetivo de encontrar a Lilith Flora, Gayamaraetan, sus congéneres escondidos en las profundidades de la tierra y sus descendientes, para llevarlos de vuelta a La Pléroma o apagar su sabiduría y su inmortalidad.
Lilith Flora y Gayamaraetan materializaron su amor con unas septillizas: Lilith Aurora (llamada posteriormente La Inmortal Evanescente), Rhea Naamah, Sibyllah, Pryscillah, Layla, Eisheth y Freyja , de quienes se hablará más adelante, puesto que sus destinos fueron fundamentales en la historia de la dimensión terrenal. Todas hijas de Lilith Flora, excepto Lilith Aurora, se unieron, unas a los antiguos Gigantes transformados en monos lampiños y otras a los Gigantes que se habían escondido de Ahzraeel en diversos rincones del planeta, engendrando a toda suerte de especies espirituales que perviven hasta la actualidad.
En tanto, Ahzraeel ofreció a Eva y Adenkidu vivir como dioses de la Tierra, en la que gobernarían sobre todas las criaturas que la habitaran y tendrían libertad e inmortalidad, si aniquilaban el poder de Los Señores del Linaje Luciferiano, a los que llamó "Los Adversarios" de Sophia, o los "Caídos del Cielo" (ángeles caídos, nephilim en idioma hebreo o anunnaki en idioma sumerio)
Antes de regresar a su dimensión astral, Azhraeel engendró en Eva a un par de gemelos: Draco Cayn y Draco Annukyn, así como otros once hijos más (Aabeel, Azazeel, Arakyeel, Satanyeel, Kabayeel, Gadryeel, Bezalyeel, Luzbeel, Kazyeel, Suryeel y Samaeel Astaroth), de quienes se hablará en otro apartado.
Adenkidu, por su parte, le dio a Eva un hijo y una hija: Kaleb y Rahaba. Kaleb se unió a Eisheth y Rahaba se amancebó con Samael Astaroth. Los hijos de estas parejas se mezclaron con Gigantes transformados en monos lampiños y de ahí se empezó a desarrollar la estirpe humana en todas sus variantes.
Contra lo que hubiese deseado el poderoso Ahzraeel, su hijo Draco Cayn se unió con Lilith Aurora y de esa unión nacieron los gemelos Harut y Marut, luego conocidos como los Ángeles de la Magia, uno de los cuales engendró la estirpe de los Agraht y el otro, la estirpe de los Brujos del Fuego Oscuro, al tomar cada uno un camino diferente en cuanto al uso del Conocimiento Cósmico, heredado de los Portadores de Luz.
La enorme mezcla de sangres que se dio en la dimensión terrenal a causa de la incursión de Ahzraeel, dio pie a la rivalidad entre los hijos de Lilith Aurora y los de Eva, por el control y adminstración del Conocimiento Cósmico y del planeta, lo cual se relata en detalle en varios textos del Codex Arkanum®, y se comentará aquí, en otros capítulos.
Leer Los Brujos del Fuego Oscuro
Leer El Engaño de los Brujos del Fuego Oscuro
Share this:
- Click to share on X (Opens in new window)
- Click to share on LinkedIn (Opens in new window)
- Click to share on Facebook (Opens in new window)
- Click to share on Mastodon (Opens in new window)
- Click to share on Reddit (Opens in new window)
- Click to share on Tumblr (Opens in new window)
- Click to share on Pinterest (Opens in new window)
- Click to share on Pocket (Opens in new window)
- Click to share on Telegram (Opens in new window)
- Click to share on WhatsApp (Opens in new window)
- Click to share on Nextdoor (Opens in new window)